¿Dónde está el invierno?

¿Se esconde o, simplemente se embosca para reaparecer en el momento más inesperado?

Comienza el mes de febrero, y los almendros – precursores del buen tiempo – heraldos de la primavera, saludan al recién llegado mes vistiendo sus mejores galas, si bien es cierto que no es noticia ya, que los almendros presenten una floración completa a finales de enero, si lo es, el que en los últimos tiempos vaya siendo habitual que esto suceda, quizás la cantidad de  años vividos, me hagan involuntariamente retrotraerme a mi infancia, en la que por cierto el invierno, a poco más de un mes de comenzado, no solía ser tan bonachón, al menos, en cuanto a bonancibles temperaturas, sirva como muestra, de lo que sucede en la actualidad, la climatología disfrutada en San Julián, y la previsible en Santa Águeda, por  contra, parece ser que los carnavales tendrán que pasar por las horcas caudinas del emboscado invierno, eso parece deducirse de las previsiones meteorológicas en lo tocante a precipitaciones.

En resumen, que las temperaturas cercanas a los 17 grados en el centro del día, se asemejan más con la primavera, para la que faltan aún casi dos meses – según el almanaque – que con el prácticamente recién estrenado invierno, eso si, casi con seguridad, no se quedará atrás lo que tenga que hacer, posiblemente llegada la primavera se vuelva del revés y parezca que no lo es, haciendo bueno el refrán de : cuando marzo mayea, mayo marcea, en este caso habrá que irlo adaptando a los nuevos y adelantado tiempos que corren: cuando febrero abrilea, abril febrerea, no queda ni por asomo con el lustre del de toda la vida, es lo que tiene meterse en camisa de once varas queriendo explicar lo inexplicable, al menos para un neófito en la materia.

Lo cierto y verdad es, que estamos disfrutando de un invierno atípico sin haber llegado ni a la mitad de la estación, lo cual no quita,  que llegado el momento, asome de nuevo la cabeza de forma inesperada, desde luego, no sería la primera vez que lo hace, dando al traste con algunos frutos cogidos desprevenidos en plena floración. Por de pronto, da gusto ver como los almendros ponen una agradable nota de color en el paisaje invernal tan inusual que nos toca vivir en los inicios de este mes de febrero.

Hablando en plata, nada podemos hacer, exceptuando el poder comentarlo en los corrillos de amigos, la consulta del médico, en el botiquín o, en la terraza del bar los domingos – el tiempo lo permite – lugares todos ellos, de encuentro en los que la gente del pueblo suele coincidir y como siempre, el hablar de la climatología resulta ser un muy buen tema de conversación, totalmente aséptico, sin las pasiones exacerbadas que otras cuestiones provocan, hablar del tiempo escasamente lleva a disquisiciones acaloradas, por muy dispares que sean las posturas en cuanto a los motivos de los cambios observados. Lo dicho, que los almendros marcan el camino que lleva hasta el buen tiempo, pero, ¿Habrá alguna sorpresa acechando?  

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