Los motes de Monsagro

La costumbre de apodar o dar otro nombre o mote a las personas es muy frecuente en todas las culturas. Tanto que muchos de los apellidos actuales proceden de motes medievales. No es raro que toda una familia porte un apodo como es el caso monsagreño de los Piscos, los Mochines, los Pelines, los Beches, los Chicharras, los Pedriles o los Piteos, a los que posteriormente se añadirían los Polines, los Candelos o los Petanes.

El origen de los motes es de lo más diverso y no siempre conocido. Así, en ocasiones hace referencia a una cualidad física, como el Abuelo al que le tardaron varios años en salir los dientes; el Tardío llegó con bastante retraso, el Belfo lo era, Cegatas no veía bien, Cabezorro estaba bien dotado de cráneo, el Empalmao era tres veces más alto que Rompetechos, Tía Estrévedes no tenía las piernas paralelas, Guiñorro veía mal de un ojo, Topo, Topito, Peorro o Cagalera.

Tucutú cojeaba, Tio Jerío quedó herido, la dicción de Barulla era clara como la del Cratedral, Machío no tenía hijos, la Paquera y el Mirlo competían en el cante con los Cantares, a Barrunta se le atribuían dotes adivinatorias y al pobre zapatero que le salió un zapato cachano lo tildaron de “Cachano” a él y a toda su descendencia.

Otros monsagreños llevaban nombre ilustres como Poncio Pilatos, Simón Vela, Colón, Cervantes, Morales, Zorrilla, Juan XXIII, Pablo VI, Queipo de Llano, Tejero o Reagan con su casa blanca. ¿O era al revés?
En un pueblo tan ganadero, no podían faltar motes con animales. Así tenemos toda una familia de Lobos, Borrego, Cabritón, Cancín, Cuco, Chivo, Chivines, Gallina, Gorrión, Guarro, Jumento, Lagartillo, Mono, Mosca, Mosquina, Pajarina, Pajarito, Pardal, Pardala, la Burra, Pichón, Pulga, Ratón, Sardinas, Zorra y Zorro.

Hay que aclarar que Guarro no lo es por falta de higiene ni en referencia a un cerdo, cochino, puerco o marrano. El pobre niño no sabía contar del todo bien y decía: uno, dos, tres, guarro, cinco, seis…

No creamos que son muchos los monsagreños que llevan aparejado el mote con un animal. En la localidad cacereña de Navas del Madroño, todos sus habitantes llevan apodos con nombre de animales. Pero los animales no sólo servían para apodar. Un monsagreño, buen conocedor de las aves, se mofó de un forastero diciéndole a la cara que estaba peor hecho que un nido de tórtola.

En general el mote es bien aceptado por quien lo lleva, sobre todo si la familia lo arrastra desde hace tiempo. Así hemos tenido los bares Carruli y Capricho. Salen variantes como Coca y Coquina, Mosca y Mosquina, Chivo y Chivito, Chamballo y Chamballa, Porras y Porrillas o Guindero y Guindera.

De muchos es fácil el significado.
Benito el “Ahí va”, Ajos, Alquitara, Barrera, Calderete, Caneco, Colleras, Corneta, Culero, Chalán, Chispas, Estorbo, Fantasma, Fantoche, Fatigas, Gualdras, Bogallo, Güeva, Jorcas, Mangas, Mostajas, Pantano, Patato, Pereza, Perla, Perrinas, Peste, Terrones, Ventanitas …
También es fácil rastrear el origen de Serraillejo, Castilla o Chinarrero, procedente éste de Morasverdes, el pueblo de los chinarros. Los apodos Triguito y Chapera vienen de personas homónimas y famosas de Ciudad Rodrigo. Sin embargo, Polaco nada tiene que ver con Polonia; ni Moro con África ni Míster con Inglaterra y no sabemos si Gorría procede del norte o es alguien que se agorría.

Si Galache es un apellido frecuente en la provincia, Campana es un apellido que mucha gente considera mote sin serlo. En cambio, sí es mote Campano, al igual que Carrero y Loreto.

Otros muchos ocultan su significado. ¿Quién sabe qué significa:
Ariro, Barragués, Bode, Cacarona, Cerules, Cirigaila, Curra, Chácara, Chelé, Chirota, Gaya, Garrancho, Garrucha, Garruto, Cachera, Cachuno, Calampucha, Caroca, Gorullo, Hicha, Jarillo, Marcote, Morris, Muñas, Panche, Parro, Patauta, Peico, Pelache, Peneque, Piche, Pichiquis, Pinchueto, Pitoco, Poleto, Polina, Popío, Quilino, Ralda, Reguiles, Sabalina, Tarango, Tararira, Tirre, Trampocha o Bolera.

El Padre es apodado uno que tardó en serlo y tres hijas del pueblo lo son también del Gobierno.

¡Y qué decir del bucólico Pisaflores, Inés la Fus o de Cagajón Pomposo?
¿O qué explicación tiene que en Monsagro, y sólo en Monsagro, se llame a todo el mundo, sea familia o no, tío y tía, sin artículo determinado singular, y no “el” tío X o “la” tía Y? Así diremos que tío Piteo era tamborilero o que tía Corneta se supone que la tocaba.
Esta costumbre de apodar o “poner motes” no ha desaparecido pero sí se observa que se “bautiza” con menos frecuencia, quizás por carecer ahora el pueblo de cura párroco propio, y que los motes modernos son más efímeros, por lo que una persona puede acumular varios en poco tiempo. Incluso el mismo mote sirve ahora para dos.
El tiempo dirá si alguno de los motes modernos se mantiene de generación en generación. Que así sea.

A.H.M. (Triguito)