Ya puede contemplarse en la iglesia de San Julián de Monsagro el Nacimiento artesanal de años pasados.
Desde el pasado 30 de noviembre, los que se acerquen por la villa de Monsagro, tienen un aliciente más, añadido a la amplia oferta turístico-cultural, el Pesebre ubicado en la iglesia parroquial de San Julián.
Juan Antonio Mateos, a requerimiento tanto de la junta parroquial con el sacerdote al frente, como de miembros del consistorio local, ha accedido a instalar su portal de Belén en la iglesia, tal y como venía realizando hasta el año, 2013. El motivo de que en el último lustro no hubiera vuelto a comprometerse, no era otro que el intenso trabajo que ello supone para una sola persona, por lo que en esta ocasión ha estado acompañado de una docena de voluntarios que han contribuido a que el Nacimiento luzca con el esplendor que puede apreciarse.
Toda una obra de ingeniería local, a base de materiales naturales rescatados del entorno, tales como: piedras, tierra, hierba, madera, retamas, y un sin fin de elementos variopintos que ensamblados convenientemente producen el espectacular resultado que se ofrece a la vista.
Una recuperación, de algo que desde que se inició era muy valorado, es por tanto que la junta parroquial desea desde este espacio de ‘Viva mi pueblo’ que nos brinda la Gaceta de Salamanca, agradecer en primer lugar al artífice Juan Antonio, pero no en menos medida a los colaboradores: Cristina, Rebeca, Ludi, Avelina, Esmeralda, Alicia, Bene, Isabel, Sergio, Remy, José Alberto, y Enrique. El trabajo realizado durante la jornada del sábado, tanto por la mañana como por la tarde.
Merecida mención también, a la corporación local, que al margen de otras consideraciones, atendiendo únicamente al aspecto cultural demandado por sus convecinos, ha facilitado y propiciado la elaboración de este monumento artesanal para lustrar unas fechas tan entrañables como las Navidades. Amén de la decoración de distintos edificios públicos del pueblo, incluido el árbol de la Plaza.
Iniciativas como esta de Monsagro, deberían de ser un ejemplo para todo el arco general de colaboración, al margen de creencias, doctrinas, sesgos partidistas o, partidarios, etc. De cómo se puede afrontar la convivencia con respeto mutuo y sin perder la identidad a la que cada cual legítimamente tiene derecho, sin que unas tengan que prevalecer sobre las otras, siendo el interés común el que debe ser puesto en valor de forma preeminente.
Como casi siempre, el ejemplo de los pequeños, deja claramente en evidencia el mezquino comportamiento de las grandes sociedades, más ocupadas en mirar su ombligo, que en procurar el interés general.