IN MEMORIAM ALFREDO RAMAJO

Muchos de los que visitan esta página quizá no se sientan afectados por la muerte de un buen cura, Alfredo Ramajo. Otros muchos lo recodaremos siempre con cariño. Los que tenemos algunos años, recordamos su llegada al pueblo por aquel 1980. Era un cura distinto. Para nuestro pueblo supuso ver, no tanto a un “cura” clásico, sino a uno más del pueblo sin caer en la simpleza de olvidar quién era. Para empezar, llegó vistiendo como uno cualquiera. No había sotana. Su campechanía y su naturalidad fueron ganando a la gente. Pronto compartió con los jóvenes los partidos de fútbol, recibiendo como los demás, más de una patada del contrario. De esta forma, por el camino fue quedando, también, el “don” y pasó a ser Ramajo o Alfredo.

En 1999 abandonó Monsagro. Monsagro, creo, nunca lo olvidó. Seguía siendo uno más del pueblo y así lo manifestaba él mismo de diversas maneras.

Cada verano tenía por costumbre subir a la Peña de Francia. Como es mi tiempo de estancia en la Peña, lo recibí siempre con alegría. Su llegada a la sacristía iba siempre acompañada de alguna expresión familiar con una sonrisa abierta. Allí nos dábamos el abrazo de amigos, recordábamos tiempos pasados y nos poníamos al día de los recientes. Solía ir acompañado de su padre, – duro momento para él- celebraba la misa y al concluir bajaba por el Casarito y vuelta a sus quehaceres pastorales.

Esta mañana cuando llega la noticia de su fallecimiento –como ocurre siempre- uno no se hace a la idea de que partió ya de este mundo. Sabía de su ingreso en el hospital, pero nunca creí que este virus pudiera con su vitalidad. Parece que tuvo más fuerza este virus que fue agotando irremediablemente sus pulmones.

Desde esta página quiero recordarlo y agradecerle lo buen cura que supo ser, el cariño que mostró siempre por los del pueblo, lo optimista que se manifestó trasmitiendo un sentido cordial y alegre de la vida. Nos ha dejado y es una gran pena no poder despedirlo como él se merecía. Estoy seguro que son muchos los que lamentarán no poder acompañarlo en esta despedida. Como buen sacerdote habrá sido acogido en el cielo; la Virgen de la Peña lo habrá recibido y, junto a tantas personas a las que él ayudó, habrá comenzado a vivir una vida que nunca se termina.

Descansa en paz, amigo.

 

Fr. Salus Mateos Gómara

Valladolid 31 de marzo de 2020.

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