Fiesta patronal, exclusivamente litúrgica.

Tras un año en el dique seco, el patrón de Monsagro procesiona por sus calles.

Las peores expectativas se han confirmado, la fiesta patronal de invierno ha sido suspendida nuevamente, la causa, la pandemia de COVID-19 que sigue   asolando el mundo, más concretamente, esta ya sexta ola,  en la que campa a sus anchas la conocida como variante Ómicrón. a pesar de ello, el patrón de la localidad – San Julián – ha podido recorrer – como es preceptivo llegado el 28 de enero – las calles del pueblo, a hombros de sus feligreses.

El Consistorio, con buen criterio, ha decidido no celebrar la festividad de San Julián debido a la ola de contagios masivos que aún se siguen dando en toda la provincia, con esta decisión, se trata de atajar un posible contagio múltiple de la población, que a punto estuvo de producirse en las pasadas fiestas navideñas, con varios contagiados, afortunadamente sin consecuencias graves, qué duda cabe de que es mejor prevenir que curar, por lo tanto bienvenida sea la medida, aunque a nadie nos guste.

Para compensar, ha repartido una bolsa con mascarillas, un surtido de embutidos, queso y vino para cada vecino.

Sin embargo, en lo tocante a o religioso, sí que los fieles han podido acudir – cumpliendo las estrictas medidas de seguridad vigentes – al templo para asistir a la solemne eucaristía en honor de San Julián.

El santo, como es tradicional, ha sido apeado de su hornacina – ubicada en el centro del altar mayor – para presidir, ataviado con sus mejores galas, la misa celebrada en su honor.

Pírrico consuelo el de la procesión, para quien está acostumbrado, desde allende los tiempos a recorrer las calles de la villa bajo palio y con el boato de los pendones, para concluir el paseo, con el acostumbrado ofertorio a las puertas de la iglesia.

Procesión sí, pero descafeinada, sin palio, ni pendones, un paseo discreto, y escueto ofertorio.

La climatología ha acompañado, el día no podía presentarse más propicio, un sol resplandeciente, más propio de la estación primaveral, que de las fechas en las que nos encontramos. la modificación litúrgica e debe a algo inédito, de nuevo cuño, la galopante pandemia de COVID que el mundo padece , de un par de años a esta parte, que nos ha obligado a cambiar nuestra forma de vida de manera tan radical, que hasta en lo cotidiano añoramos antiguos tiempos ¿ quién nos lo iba a decir ? que se haría bueno aquello de que «cualquier tiempo pasado fue mejor» pues mira tú por donde, en el caso que nos ocupa, ni duda cabe de que sí.

Ha concluido la fiesta patronal de San Julián del año 2022, con la única celebración de lo litúrgico; a eso se reduce nuevamente la celebración conjunta de la feligresía, ni convite, ni nada de nada, concerniente a la vertiente profana de la fiesta, un año más – y ya van dos – el patrón de la villa de Monsagro, ha tenido que conformarse con presidir desde sus andas, los actos eucarísticos que en su honor se vienen celebrando desde tiempos que se pierden en la memoria colectiva de los parroquianos.

Confiemos en que este año sea el último en el que debamos constreñir nuestras actividades, acoplándolas a las aciagas circunstancias que padecemos, roguemos, para que la normalidad vuelva a regir nuestras vidas de forma permanente, y podamos así, repudiar para siempre estas restricciones y, lo que se ha dado en llamar «la nueva normalidad» que consiste, básicamente, en relajar un poco las medidas restrictivas en cuanto la incidencia de la pandemia, nos da un ligero respiro.

Que la normalidad futura, consista en retomar el ritmo cotidiano, en el mismo nivel en el que se encontraba  antes de la aparición del maldito virus.

Que así sea.

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